"El alba irrumpe de repente, como si una mano invisible hubiese pulsado un interruptor que regulara la intensidad de la luz. Avisados por la claridad 34 chimpancés se despiertan. Aún están en los nidos que construyeron anoche sobre los árboles situados al borde de una meseta abierta". Mary Roach. En Casi humanos. National Geographic, 2008
"Come poco y cena más poco, que la salud del cuerpo se fragua en la oficina del estómago". Miguel de Cervantes Saavedra. En El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha
RAICES Y RAMAS
Muchas características de los primates modernos, y también de nuestra propia especie, arrancan del comportamiento alimentario de un antepasado remoto, que vivía en la bóveda de la selva tropical. La selección natural privilegia los rasgos que permiten obtener mejor el alimento. En consecuencia, conforme iba ganando importancia la dieta vegetal, en un proceso evolutivo de millones de años, la selección configuraba la serie de rasgos que ahora definen a los primates. La mayoría de tales características facilitan el movimiento por los árboles y la recolección de alimento allí. A modo de muestra, la selección produjo manos prensiles, que cortan ramitas y manipulan las exquisiteces que alcanzan. La presión de selección apostó también por un elaborado refinamiento del aparato visual (percepción de la profundidad, mayor agudeza y visión del color), gracias a lo cual los primates se movían rápidamente por el espacio tridimensional de la bóveda arbórea de la selva y percibían con facilidad la presencia de frutos maduros o de hojas pequeñas y jóvenes (fruto tamién de esa adaptación, el ojo humano tiene la capacidad e percibir muchos más tonos del color verde que de ningún otro color). La selección primó, por tanto, una mayor flexibilidad en la conducta, así como la capacidad de aprender y recordar la identidad y la localización de partes comestibles de plantas (Milton, 1993)