La metformina (MET) es un fármaco de primera línea y, en la mayoría de los casos, de primera elección, en el tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2 (DM2) (1). Los resultados del estudio UKPDS, consagraron el uso de MET como un fármaco seguro y el único que demostró reducción significativa del riesgo de sufrir complicaciones vasculares relacionados con la diabetes, especialmente en pacientes con obesidad (muerte súbita, complicaciones agudas como hiperglucemia o hipoglucemia, IAM, insuficiencia cardiaca, AVC, retinopatia, etc.) (2). El fármaco ha demostrado su eficacia, como otros antidiabéticos orales (ADOs) en el descenso de la glucemia y de la HbA1c (1-2 %). Por otra parte, el tratamiento con MET se diferencia del tratamiento con sulfonilureas (SU) o con insulina en que se asocia a una reducción del peso corporal de entre 1 a 5 kg, sin incrementar el riesgo de hipoglucemia (3).
Los efectos secundarios comúnmente asociados al tratamiento con MET son los gastrointestinales (diarrea, dispepsia y nauseas). Suelen ser moderados y pueden ser paliados con la toma de alimentos, el fraccionamiento de la dosis (tomar los comprimidos triturados y en medio de la ingesta también contribuye a a que el paciente tolere mejor la MET). Solamente en el 5% de los casos es necesaria la retirada del fármaco (4).
Los efectos secundarios comúnmente asociados al tratamiento con MET son los gastrointestinales (diarrea, dispepsia y nauseas). Suelen ser moderados y pueden ser paliados con la toma de alimentos, el fraccionamiento de la dosis (tomar los comprimidos triturados y en medio de la ingesta también contribuye a a que el paciente tolere mejor la MET). Solamente en el 5% de los casos es necesaria la retirada del fármaco (4).