Las bajas temperaturas activan el sistema nervioso simpático y aumentan la secreción de catecolamina, hormona que sube la frecuencia cardiaca. El mayor gasto cardiaco eleva la presión arterial y el colesterol, y facilita la formación de trombos. El aumento de estos riesgos cardiovasculares "se ve agravado por factores medioambientales y de estilo de vida, como la contaminación del aire, la menor actividad física, el cambio de hábitos alimentarios y la facilidad para contraer infecciones por la disminución de las defensas orgánicas", confirma Alejandro Berenguel, vocal de la Sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología. ...
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